-voz de huracán, estímulo
devastador y cierto,
brasa sin extinguir, inhalado
aroma de tormenta-.
Yo que he sido alentar antes que desaliento,
que agua fugitiva que nunca frena el paso
ni detiene
su tranquilo fluir que la lluvia alimenta
y el olvido.
He llegado hasta aquí,
fronda que encubre el alma y la reviste,
tejido de nostalgia
enraizado en el ayer, en antes
en el prisma infinito del pasado.
Yo que escalé paredes bruñidas como espejos,
yo que alcancé la luna- transparencia a mis pies
y polvo errante-,
que crucé desde un extremo a otro
el océano azul donde tu voz manaba
y se creaba el dios
de uno para sí mismo y su reflejo,
donde tiene su fuente
el dolor, y los besos son líquidos.
Yo-célula, yo-piel,
yo alimento esta oscura
noche de las mil noches,
prolongo este vacío, exploro sus ojales
restituyo
el deseo al cajón de los sueños perdidos.
Hundida en este fango que no tiene caminos
ni tiempos en que peerderse
una vez más,
me siento disolver y mis venas se astillan
y son luz
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