viernes, 14 de octubre de 2011

Delirios de Amadeo Rojo Morientes


Un joven con delirios de escritor recorre las estanterías de una biblioteca, los títulos, a causa del polvo, estornudan sin parar.

Los 8376 tomos apilados le escupen a la cara en nombre de los 8376 autores, que sí, y no como él, han escrito un libro.

Un joven escritor, con delirios de dramaturgo vestido de amarillo, se sienta henchido de prosa, lírica y mediocridad delante de un papel en blanco.

Dichoso papel blanco, blanco, blanco….blanco, blanco, blanco.

Horas después el dichoso papel, del joven vestido de amarillo y con delirios de moribundo enfermo de tisis a finales del s.XIX, sigue en blanco.

La biblioteca cierra su chirriante puerta de madera sin que ni Clarín ni Navokov ni tan siquiera el bueno de Lope le inspiren de soslayo ni una sola palabra al escritor con delirios de joven poeta romántico.

Y así ni la noche, ni la luna, ni la bruma, ni tan siquiera el río del pueblo, que a sus ojos es el Nilo de orillas rojas le hacen sentirse algo más de lo que es: un viejo ropero acartonado con delirios de ensayista.   

Un joven que en sus delirios ve una novela recién publicada, con malas críticas en su país, pero considerado todo un clásico en Francia, pasea por las calles empedradas de un mundo que le mira y sólo ve un viejo armario ropero inservible. Un zarrio, un atillo con remiendos de vida.

Llora, y de cada lágrima de serrín caen versos, de cada ahogo asmático surge un personaje, y de cada tropiezo un final…

Por la mañana un joven periodista, con delirios de notario, escribirá por él su primer libro: La biografía de un joven fallecido entre delirios de absenta que su propia pluma nunca pudo firmar... Y publicada en la sección de necrológicas, entre la de sucesos y la de economía. 


fotografía de Garbi KW www.garbikw.com

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